
Pues ya está.
Ya se pasó la multicultural boda del milenio, la visita relámpago a Ejpaña y ya ando de nuevo en París.
Y este fin de semana largo ha sido uno de esos que marcan, que se quedan grabaditos, por razones mil, que callaré.
Por lo demás, que Cáceres me ha encantado, a pesar del calor, y que para mi gusto supera a otros lugares -también estupendos- quizá más y mejor vendidos (Ávila, Segovia). Pero vamos, que es sólo mi opinión. La cercanía de esas ciudades con Madríz supongo que influye mucho.
Ya hemos firmado para que sea Capital Europea de la Cultura en 2016, porque nos sale de la gana.
Y el jamón ese del bueno y la Torta del Casar son un rehallazgo que en Francia, las cosas como son, no hay. Y que nos manquent.
La novia estaba guapísima, como es ella. Todo sea dicho.
-- Y en Barajas voy y me encuentro con Martínez Camino, el portavoz de la Conferencia Episcopal, a punto de embarcar a Venecia. Qué le vaya bonito, coíte con un par de gondoleros (previo pago, en su caso) y vuelva mucho más relajadito. Que las vacaciones están para eso, ¿no?